#1
Recién había acabado de redactar aquel informe, solo me faltaba hacer las copias necesarias para repartir a los asistentes de la reunión. En la Agencia me especificaron que no hiciera ninguna más que las imprescindibles, que nadie más tenia que saber el contenido de aquel documento, y que lo más seguro es que de esa reunión saldrían esbozado el proyecto que cambiaría el mundo.
Al parecer había trabajado bien, al director de la Agencia le gustó la hipótesis planteada para mi informe, y no solo era verosímil, yo mismo lo había contrastado indirectamente con otras fuentes y sabía que se convertiría en un documento definitivo.
“Preséntate en la reunión y reparte las copias cuando entres” “sobre todo no hagas más de las necesarias” Fue así de tajante, eso es lo que me dijo.
Acababa la jornada , quedaba apenas una hora para el encuentro con los jefes, en la oficina casi no quedaba nadie, hasta entonces no vi necesario hacer aquellas copias. Tenía el original del informe en mi cartera, y por nada en el mundo -estaba avisado- nadie podía acceder a aquella información.
Localicé al final del pasillo una Xerox, que aquel mismo día había sido reparada, como no tenía conexión a la red de ordenadores pensé que era la más segura para fotocopiar el informe clasificado de “Alta Seguridad”. Me cercioré de que la bandeja de folios estaba suficientemente cargada, y que el dispositivo automático de la bandeja alimentación funcionaba perfectamente. El trabajo de fotocomposición duraría apenas diez minutos, esa copiadora podía trabajar sola, pero bajo ningún concepto pensaba abandonarla ...
Alineé la treintena de folios que contenía el documento, los encuadré en la boca de entrada, y comencé a fotocopiar, eran 5 copias -yo conservaría el original- le dí al “intro” y la Xerox empezó a succionar las hojas de ese informe e inmediatamente “escupía” los quintetos reproducidos por la bandeja inferior de salida, no tardaría demasiado, pero hubiera preferido un poco más de velocidad y menos ruido...
Cuando el trabajo estaba en la #23, esa máquina se detuvo, ya había oído un ruido algo extraño, como si en el interior de la fotocopiadora, una de esas hojas copiadas hubiera relantizado el camino sinuoso entre los rodillos de impresión...
Abrí la tapa frontal del aparato con la intención solucionar el problema de lo que parecía un atasco en toda regla, pude comprobar entonces como esa página se bloqueó en el interior y por algún motivo no podía avanzar en su recorrido habitual. Con paciencia pude extraer lo que hubiera sido la primera copia de la "23", estaba arrugada y presentaba un aspecto sucio provocado por el polvo del tonner que todavía no se había impregnado en su totalidad en esa página...
Parecía que podría reanudar y finalizar aquella tarea, pero quise examinar los mecanismos y rodamientos de la copiadora para que no volviera a ocurrir una nueva interrupción. Fijé mi atención en los fusores, al parecer uno de ellos no parecía bien equilibrado, era fácil extraerlo y pensé que si lo alineaba correctamente resolvería el problema y finalizaría mi trabajo.
Pero al extraer esa pieza, otra que tenía un color distinto al resto de los mecanismos cayó al suelo, la encontré sin dificultad porque vi como se desprendía, enseguida pude comprobar de que se trataba...
Parecía que podría reanudar y finalizar aquella tarea, pero quise examinar los mecanismos y rodamientos de la copiadora para que no volviera a ocurrir una nueva interrupción. Fijé mi atención en los fusores, al parecer uno de ellos no parecía bien equilibrado, era fácil extraerlo y pensé que si lo alineaba correctamente resolvería el problema y finalizaría mi trabajo.
Pero al extraer esa pieza, otra que tenía un color distinto al resto de los mecanismos cayó al suelo, la encontré sin dificultad porque vi como se desprendía, enseguida pude comprobar de que se trataba...
¡Era una microcámara! un conocido modelo "OmecXLS" que podía tener incorporado un transmisor. Lo adiviné enseguida, y supe quien la utilizaba pues ya nos habían hablado de ese tipo de material en la Agencia.
Un sudor frío recorrió mi frente y mi mente, de todas formas no me impidió que actuara con rapidez, estaba entrenado para ello y sabía como tenía que proceder en esos casos.
Yo me hallaba en la primera planta del edificio, pensé que si lo abandonaba por el hall o por el garaje los guardias de seguridad chequearian mi salía e instintivamente decidí que tendría que abandonar el lugar (con toda la documentación) sin ser visto.
...
Quemé toda la documentación.
Marqué ese número de teléfono.
No podrían localizarme pues solo se trataba de hacer llegar un
corto mensaje de audio, sabía como hacerlo,
no utilicé mi voz.
"alerta lagarta-aborten reunión"
¡Vaya!, cuando habías conseguido mi total atención en esta historia ... ¡se acaba!
ResponderEliminar¿Cómo sigue?
cómo? quién es el espía??
ResponderEliminarYo desde luego, no me fio nunca de las fotocopiadoras pues pueden: copiar, imprimir, capturar y no sé cuántas cosas más ellas solitas...
Quiero mássssssssssssssssssssssss!!! bss
ResponderEliminarQué emociónante. Esperamos continuación.
ResponderEliminarJo, parece una operación de la CIA.
ResponderEliminarA la espera de un desenlace poco convencional...
ResponderEliminardéjame que te diga que manejas muy bien la intriga, broder.
Querido hermano:
ResponderEliminarUnas líneas para agradecer que me sacaras del embrollo de blogger (ayer me desapareció misteriosamente mi blog, y Tomae me lo recuperó).
Tras tus indicaciones oportunas, dos horas de teléfono, trece msm, tres docenas de mailes, setenta golpes de ratón y cuatro tilas...
¡ha vuelto a funcionar!
No se si estas misteriosas circunstancias técnicas tienen que ver con tu relato, pero empiezo a pensar que existe una relación directa.
Chutazo de intriga tengo.
Anda!!!... porqué te escapas???, estaba imaginando que cogerías la microcámara y le dedicarías un "cariñoso" relato al espía que la colocó.
ResponderEliminarIntrigados nos tienes...
...creo que la he liado, ¡y gorda!
ResponderEliminarHermano, el Camino de Santiago y yo, queremos que nos digas si al final vas a venir a caminar con nosotros.
ResponderEliminarTenemos varios carteles del tipo
"THE SANTIAGO ROAD"
para instalar a lo largo de la carretera.
Espero ponerlos contigo y con La Lagarta.
Ya sabes, a ella le hace ilusión que vengas.
Y a mí también.
Para que me puedas devolver los 500 pavos que me debes.
Tío.
Digo, hermano.
¿Qué te pasa en el dedo pequeño del pie derecho, Tomae?
ResponderEliminarlolo
Avui he estat buscant en la premsa el guanyador del planeta. És evident que si no et presentes no podràs guanyar mai...!
ResponderEliminarHola Anónimo, no t'havia vist fins ara! Gràcies per comentar!!! Ens coneixem?
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