Blog personal de un tarracofermense

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sábado, 27 de julio de 2013

David Martín y Laura Naveiras



Llegamos del cine hacia las 23.30 y por el muro de leles, me enteré que algo había pasado en Santiago, cuando me acosté las víctimas mortales contabilizadas eran unas 45… llegaron a contar 80 a la mañana siguiente.

Hace días recordé una tragedia similar que había pasado en Francia y las víctimas mortales no llegaban a una veintena; significaba eso para Francia una catástrofe de dimensiones descomunales, un país tan desarrollado no es merecedor de ese tipo de accidentes, esas cosas pasan en la India, donde en un vagón de 80 suben cientos, y algunos se sientan en el techo…

Seguí el hilo de la noticia por los canales tradicionales, interesándome por los acontecimientos, pero ¿cuál es el verdadero interés que tenemos por la tragedia? ¿Sufrimos de verdad la desgracia ajena como si fuera nuestra? Parece que cuanto más cerca, más duele. Eso es lo que pienso cuando ocurren este tipo de situaciones.

Especulo interiormente por qué aquel maquinista doblaba la velocidad recomendada antes de entrar en la curva… ¿era una práctica habitual? …sin olvidar las víctimas, pienso en él y en los porqués que le deben asaltar.

Ahora, sigo el curso de la noticia, e intuyo como la carroña quiere destapar cajas negras como si fueran de truenos o de la mismísima  Pandora…

David y Laura vinieron a la ciudad donde vivo para estudiar Medicina. Leo en las noticias, que al principio David no estaba muy convencido, quizá por la lejanía; él procedía de Extremadura y alguno de sus familiares les animó a que se viniera: es una ciudad pequeña, una buena Facultad, todos seréis conocidos y amigos. Ella era gallega y supongo aquí se conocieron, al parecer eran pareja, viajaban a Galicia para ver a la familia. Leo en el periódico local como en su Facultad de Medicina se acordaban perfectamente de ellos y le dedican un cariñoso homenaje.

David y Laura eran jóvenes e iban a ser médicos, como tantos que se acercaron desinteresadamente a ayudar en el momento de la catástrofe. Pienso en David, pienso en Laura… en sus vocaciones y vidas compartidas; en esa primera práctica de urgencias que nunca pudieron poner en práctica…

DEP.


En recuerdo de las víctimas, familiares y allegados de aquel tren que no llegó a  Santiago.

domingo, 21 de julio de 2013

Finguer y avión ...



Todas las historias buenas suceden en un tren ¿o es en la estación? , tal vez  sea en la estación, esa estación donde llega o sale algún tren, ya saben, de esos que solo pasan una vez… ¿Es verdad que los trenes solo pasan una vez? 

Debe ser eso, que todas las buenas historias pasan en una estación de tren… Debe ser por eso, por la estación, ¿o es por el andén? Debe ser por el andén, porque allí llega el tren y ahí están los personajes (de la historia) el que se despide, el que espera, el que corre al lado del tren.

Mientras tú, saludas por la ventana… (pegando la "bobez" al cristal)

Y además, el andén alarga la despedida, o apresura el encuentro, pues corriendo a lo largo del andén acompañas a todo aquello mientras corre el tren. ¡Larga vida al tren!

O quizá todas las buenas historias, son las del tren y no las del andén.

Debe ser por el traqueteo, porque cuando viajas oyes esa canción, y sea la que sea, el traqueteo sigue el ritmo y acompaña. Y si no hay traqueteo, si no hay música que acompaña, las historias del tren deben ser como las del andén, quizá por aquellos que suben, aquellos que bajan;  suben y bajan.

¿Cómo era? Sale un tren de Origen “DE” con Destino “A”… En la primera estación, bajan unos y suben otros… (desde el andén)





Si coincidimos en el finguer … volaremos juntos.