Me cuesta horrores pronunciar eso de ortopantomografía, así
que tengo que decirlo a trocitos: or-to-pan-to… mo –gra- fí- a ; o digo “ortopanto” a secas y yo ya me entiendo.
Todo esto viene, porque recuerdo la primera vez que mi amigo
y dentista JM me hizo una foto de esas.
Y pensé entonces que si me fotografiaba mí lado más
maxilofacial que tengo, podría quedar no solo inmortalizado para la posteridad
sino que también sería prueba gráfica para una supuesta identificación en caso
de fatal accidente aéreo.
De hecho JM (Pueden visitar conocer su clínica en este enlace y me hará un suculento descuento) me
comentó una vez que existía la especialidad de odontología forense para ese
tipo de pesquisas de identificación. Esto me lo comentaba un día que me puso
una funda en una de esas muelas que por el uso y disfrute se parten; así que
pensé que sería una buena idea que me la tatuara –para más detalles pueden
enviarme un privado- y de alguna forma quedaría “doblemente” inmortalizado.
Disculpen si ven una cierta “escabrosidad” en esta entrada.
No se trataba de eso. Además yo cuando voy
ver a mi amigo dentista lo paso bastante bien; cuando le hablo (aunque
sea con la boca abierta) creo que me entiende y reímos un buen rato.
JM tiene varias salas de consulta en su clínica y mientras
me chuta con esa anestesia antes de limar, perforar, empastar, embellecer… me
paso un rato en esa tumbona y juego un poco con los botoncitos de (arriba
abajo, adelante atrás) mientras atiende algún que otro asunto; de todas formas
creo sinceramente que a esas tumbonas les falta algo de velocidad “de vuelo”.
Alguna que otra vez, si el trabajo de perforación –ese ruidito del taladrillo
me pone algo inquieto- se hace largo soy capaz de pegarme una buena siesta.
Ahora que escribo esta entrada, he recordado a mi mamá (mamá
te quiero mucho) porque cuando entraba una novia en casa… me decía que se
fijaba en sus dientes. ¡oiga! ahora no se crean que mi madre es tratante de
potrancas ¡por favor! De todas formas mientras escribo esta entrada recuerdo
también como a mi madre le da el miedo que le da volar en avión ¿Será por una
cuestión dental? No lo sé, lo único que
sé que al final de nuestras vidas y caretos todos sonreímos igual.
Entrada dedicada a mis abuelitas Carmen y Pepita que fallecieron hace mucho tiempo:
Aún he de crecer más para perder el miedo a la muerte y al dentista!
ResponderEliminarTodo se andará y mientras tanto un paseo descalza,
O con botas de lluvia...primavera
Marta yo tampoco soy tan alto; aunque en casa de JM siempre me lo paso bien, eso si.
EliminarRecuerdo esas botas de lluvia, a mí me resultaban incómodas y nunca me ha importado pisar los charcos descalzo :)
Observo con cierta ternura la inexistencia del cuarto premolar derecho de tu mandibula inferior.
ResponderEliminarY recuerdo mis peleas contigo, los golpes que nos hemos propinado con fruicion y generosidad extrema, las causas, consecuencias e intensidades manifiestas de tantos y tantos golpes.
En fin, observar tus mandibulas se convierte en una suerte de nostalgico recorrido por nuestrios dimes y diretes.
Para cuando una entrada sobre cicatrices ?
No las olvides, hermano.
Ellas tambien fueron importantes.
Menos ternura, y más pasta hermano; allí tienes el enlace de la Clínica Dental y puedes pedirme hora tú mismo, pedirme hora, pedirme un repaso general, aclarado, abrillantado y blanqueo, y puestos a pedir, puedes pedir que JM te pase la factura a ti mismo...
EliminarSeguro que sentirás como la ternura se apodera de ti; yo también.
Las cicatrices después del verano... :)