Carta a una Fea.

Mira que eres fea, fea con ganas, fea que espantas, ni el mismísimo Pifio a tu lado puede estar tranquilo, ni los cardos borriqueros pueden llenar tu ombligo. Sólo gustaste a tu madre pues no te reconocía ni en la ecografía, y aunque tu mami en sus nueve meses de gestación te susurrara carantoñas, al  salir de su barriga se asustó; como se asustan todos los espejos al mirarte, o todos los fotógrafos al retratarte.

Siendo fea, he osado mirar tu horrenda cara, y no me he muerto del susto, no me ha llegado ningún disgusto de tu fealdad que recorre de tus orejas a tus cejas… me he quedado un ratito mirándote desafiando a todos los señores cánones y todos los señores estándares, y les he pegado un grito, ¡vale ¡ ¡que pasa! Es fea, es obtusa, y si quieren rara, pero a medida que fijo mi mirada, no puedo girar mi rostro y noto como me acostumbro a ti.

Se que eres fea, se que nadie es capaz de criticar tu rostro, y si alguno sobre ti dice una palabra amable, que sepas que miente o que en su corazón compasivo y en su conciencia aparentemente bondadosa quiere practicar un cuarto de caridad cristiana, y tú lo sabes, todos que te dicen algo amable mienten, mienten vilmente.

Yo ni tengo armadura, ni tengo espada, y más que caballo tengo un burro, un burro tozudo que se interesa por  interpretar mi mirada, y de nuevo te miro ¡y no me asusto! me acostumbro a tu denostada cara, y reconozco que al mirarte me sorprendes, me sorprendes porque aunque pueda asustar tu cara, recoges con ternura mi mirada. Y no lo haces porque detectes compasión sino que lo haces porque empiezas a comprender mi interrogación.

Interrogo en tu cara, ¿como la naturaleza se ha cebado tanto? ¿Se despistaron los ángeles del cielo al diseñarte?, mientras interrogo y te miro, me acostumbro a ti, y sin darme cuenta, y sin saber porqué sonrío, y comprendo que la curva del interrogante se aplana en signo de admiración. ¡Caramba  no eres tan fea!, si además aunque seas fea, a mí no me importa, si a los demás les pareces horrorosamente fea a mi me gustas, ¡He descubierto el mundo en tu cara! He aprendido a comprenderte y he sabido disfrutar al mirarte.

Eres fea y me gustas, asustas a todos con tu compañía, a todos menos a mí, que recorro con alegría al saberme el único que sabe disfrutar en tu rostro desafilado y desentonado, y ese aprendizaje que me ha dado la razón y ha llamado a mi corazón, no deja de preguntarse, ¿es compasión, es hipocresía, quizás miopía o es la enfermedad del nosequé que me hace sentir único en el mundo?

Pues no sé que es, chica fea, yo soy el mismo de antes y el mismo de siempre, y al parecer aunque seas así, sé que antes yo tenía un burro y ahora tengo un caballo.¡ Eres fea pero me gustas!...me gustas y me agradas. Me produce placer recrearme en tu fea cara, me enamora perder mis ojos en tu rostro ¿Qué quieres que le haga?

Y a los demás  ¡que les den!...y si no quieren mirarte, peor para ellos y mejor para mí, porque así solo te disfruto yo.

Nota, de la fotografía: Se ha disimulado al máximo para que nadie se espante.

Película recomendada. En el reino de los ciegos el tuerto es… ¡Perdón!: Qué bello es vivir.