Mi hija Marta llegó un día desconsolada del colegio porque perdió un diente que se le cayó y no lo encontró para dejarlo bajo la almohada...
Alguien le dijo que si escribía al Ratoncito Pérez una carta a modo de explicación de lo sucedido, éste podría considerar el trueque de diente-regalo. Y así lo hizo, muestra de ello les publico tal carta, dicho sea de paso, me parece enternecedora.
Recuerdo también que la misma carta la publiqué en su día , (14 X 2009), en mi rincón de Facebook, y de la explicación del suceso estalló una pequeña polémica sobre si D.Ratón Pérez debería cumplir con el obsequio ya que la menor había perdido el diente. Posiblemente el argumento de no transigir las reglas preestablecidas, en cualquier acontecimiento, - si no hay diente no hay regalo- podrían utilizarse como modelo educativo que sirviera de ejemplo a mi hija Marta. Hay quien expuso razones sobre el cumplimiento de obligaciones del menor y la transigencia o no de los educadores.
Lo extraordinario del acontecimiento, y lo fascinante de vivir el suceso, es la suerte de estar cerca de mi hija aquel día, y compartir sus preocupaciones , ilusiones y soluciones.
Entrar en la vida de un hijo en el momento de la encrucijada, donde tras la "tragedia" de la ilusión perdida y su posterior elaboración de una estrategia para corregir la enmienda, es un privilegio que los padres disfrutamos, así como una incomiable labor que debemos administrar con responsabilidad.
Alguien le dijo que si escribía al Ratoncito Pérez una carta a modo de explicación de lo sucedido, éste podría considerar el trueque de diente-regalo. Y así lo hizo, muestra de ello les publico tal carta, dicho sea de paso, me parece enternecedora.
Recuerdo también que la misma carta la publiqué en su día , (14 X 2009), en mi rincón de Facebook, y de la explicación del suceso estalló una pequeña polémica sobre si D.Ratón Pérez debería cumplir con el obsequio ya que la menor había perdido el diente. Posiblemente el argumento de no transigir las reglas preestablecidas, en cualquier acontecimiento, - si no hay diente no hay regalo- podrían utilizarse como modelo educativo que sirviera de ejemplo a mi hija Marta. Hay quien expuso razones sobre el cumplimiento de obligaciones del menor y la transigencia o no de los educadores.
Lo extraordinario del acontecimiento, y lo fascinante de vivir el suceso, es la suerte de estar cerca de mi hija aquel día, y compartir sus preocupaciones , ilusiones y soluciones.
Entrar en la vida de un hijo en el momento de la encrucijada, donde tras la "tragedia" de la ilusión perdida y su posterior elaboración de una estrategia para corregir la enmienda, es un privilegio que los padres disfrutamos, así como una incomiable labor que debemos administrar con responsabilidad.
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