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viernes, 20 de marzo de 2015

Tomo mi palabra... "campos".



Oí hablar sobre algo que los lingüistas denominan campos semánticos y, como no soy experto en la materia, no sabría explicar bien de qué se trata. Pero hubo un día que lo intuí o lo imaginé. Y pensaba en esos campos que pertenecen al lenguaje y a la palabra, aunque más bien le preceden.  Le preceden en la mente antes de que ésta la  escupa en forma de vocablo. Y residen en ella de una forma abstracta, algo desordenada y puede que en imágenes (borrosas, difuminadas o concretas). Después llega la hora de la siega. Hay veces que lo haces a mano y otras mecánicamente, pero al segar destruyes los campos y escupes la palabra. La escupes, la ordenas y la empaquetas para exhibirla y que alguien se quede con ella; y puede que sí construyas palabras, palabras y más palabras, formes alguna frase y más… Y las exhibes… y al exhibirlas y empaquetarlas  puede que incluso te prostituyas con ellas  o sean objeto de mercadeo que, en definitiva, es como prostituirse.

… ¡Qué lejos quedan esos campos cuando llegan las reglas para construir  la palabra!

-¿Por qué has dibujado campo, trigo, arboleda y un árbol lejano?

Primero existió el "campo" y por eso dibujé un campo; dibujé un campo y pensé en trigo porque como no entiendo de "campos"  la imagen del trigo surgió sin querer, sin premeditarlo. Y dibujé un campo de trigo porque el trigo está muy presente tanto en la sopa como en el pan; y era campo de trigo por la tierra, por la semilla y por la siega. Y creo que también por la parábola, pero no indagué mucho en ella.

Y allí, a  las espigas las azotaba el viento, y aunque crecían, cada una podía bailar al son del movimiento de las nubes. Había tierra (no me preguntes por la fertilidad; no quise llegar tan adentro). Pero soplaba el viento, llámale brisa si quieres, y había espacio para tumbarme en ese campo y mirar al cielo, que me diera el sol en la cara, que me acariciara el aire y que no me importara que cualquier maleza entrara en mi cuerpo. Y donde me tumbara aplastaría algún  fruto y encontraría alguna mala hierba y también alguna flor silvestre. Y todo eso no me importaría porque el sol calentaba mi cara y me acariciaba un rumor suave que, amable, llegaba a mí convertido en brisa.

Y allí, en algún momento, en tiempo dormido sin ser siesta, me incorporaría sin sacudirme los restos de trigo que se colaran por el cuello de mi camisa, y andaría por esos árboles de la arboleda y correría buscando  aquél, el más lejano, el que estaba  más perdido…

Y con una navaja escribiría algo en ese árbol, algo corto, algo sencillo; no preguntes, que aunque prostituido sigo vestido…






.../...


1 comentario:

  1. Aquel campo semántico, sin verbos.
    Ni acción, ni movimiento, nada de nada, monada.
    ...
    Flores, sì.
    Hierba, mucha.
    Rocío, a ratos.
    Sol, por la mañana.
    Lunas, luneras, cascabeleres.
    ...
    Ni acción, ni omisión, ni estado, ni movimiento.
    Ningún verbo a la vista.
    ...
    En realidad, los verbos en el olvido.
    Sólo los nombres y los pronombres.
    Ella, él.

    Quien más ?

    La Luna lunera, cascabelera.

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