Pensarán ustedes que el snooker, tiene algo que ver con el billar,
pero no es del todo así.
Algo parecido pasa con el béisbol y el criquet, que poco da tiene que ver una cosa con la otra.
Aunque los cuatro sean disciplinas de “pelota y palo”; en el snooker (también pasa con el criket) intervienen tanto o más que la técnica, el desarrollo de una estrategia apoyada en cálculos matemáticos amén de saberse guiar por una intuición difícil de racionalizar. Tanto es así, que se ha dicho de los mejores jugadores de Snooker también lo serían del Bridge o Ajedrez.
Los mundiales de Snooker del 94
mostraron algo inusual de esta disciplina tan compleja. Se disputaban en
Cardiff. Al disputarse aquel año en la
capital del País de Gales, se tuvo que retrasar el campeonato hasta bien
finalizado el torneo de las 6 Naciones de Rugby; pues si hay algo que paraliza
a todo el país de Gales, es el Rugby y el Snooker.
La inscripción en el campeonato
Mundial es completamente OPEN -abierta-, siempre se permite la inscripción de
algún jugador que no esté en el circuito. Nunca se ha dado esa circunstancia
pero el caso, es que en aquellos mundiales, se presentó alguien que nadie
conocía en ese deporte de “mesa y tapete”. Así que esa regla de inscripción no impidió
que Abda Nawjry participara en los campeonatos.
Abda Nawjry pertenecía a una
familia con madre natural de Gales y un padre indio de Bombay que por cosas de
la “Commonwealth” había llegado al Reino Unido … Allí regentaban un pequeño comercio
de legumbres y especias y en la trastienda además de seguir los partidos de esa
disciplina, Abda se entretenía
practicando con garbanzos y palillos chinos. En casa de los Nawjry se comía
arroz con palillos chinos...
En las partidas del 94, Abda no
tenía rival que estuviera a su nivel, su forma de jugar era completamente
desconocida por sus contrincantes, esto le ofrecía una cierta ventaja que
combinada con su astucia e inteligencia le permitía avanzar con éxito hacia la
final. A veces se dejaba engañar por sus contrarios para simular desventajas,
pero solo se dejaba.
En las semifinales del
campeonato, las apuestas tímidamente apuntaban a Nawjry y como las partidas eran al mejor de 3, cuando
en una de las semifinales las cosas estaban claras antes de acabar la partidas ya
habían cientos de apuestas formalizadas a su favor para la gran final.
En la gran final, hay quien dice
que Abda forzó la 3 partida por aquello de la emoción, que dominaba desde el
primer toque y que su brillantez en el juego le acompañaba tanto como la
elegancia con que acercaba a la mesa para provocar esos peculiares efectos a
las bolas sobre el tapete como nadie sabía hacer. Algo que nunca se había visto jamás y posiblemente nunca vuelva a ocurrir...
Desde entonces si usted se acerca a cualquier pub del País de Gales, siempre encontrará a alguien que le detalle lo lo fascinante que fue aquella final; así como la inusual forma de jugar de aquella extraordinaria y bella mujer.
Aún hablan de ello ...
Aún hablan de ello ...