Fue el pasado verano, en una etapa del Camino donde me
entretuve entrando en un cementerio "al aire", las puertas estaban
abiertas e invitaban a leer alguna lápida. Como siempre hay tiempo para estos
menesteres, aproveché para dar oración y respeto a un difunto "anónimo"; esas
cosas no caen nunca en saco vacío, para eso Dios es el Señor del tiempo y del
destiempo.
Si me detuve en el Sr. Pedro fue por ese "pellizco en
la mejilla" que reza en su lápida. Me pareció una frase de lo más
cariñosa, llegué a pensar que tal vez me gustaría para mí... aunque los
epitafios de uno se los tienen que ganar uno y escribir los otros que quedan,
(supongo que debe funcionar así)
De todas formas, no dejo de pensar en P.L.L y hacer un
pequeño esbozo de quien pudiera ser, que vida llevó para descansar eternamente
con ese pellizco que aventuro a saber que ni le duele, ni le aprieta...más bien
le acaricia y le recuerda que dejó en ese 4 de agosto de 2006 alguien(es) que
le apreciaban mucho más de lo que él pensaba.
No sé si con una sencilla frase se puede hacer una idea del
hombre que descansa para siempre, pero me aventuro a pensar que el Sr. Pedro
era un buen hombre, de esos que se ven no en la superficie de una cara
sonriente siempre, o de un constante pensar en los demás que hay veces que
suena estridente. Sino que imaginé que se trataba de un hombre rudo, a ratos
cascarrabias y de ideas firmes que podrían cuadrar con una voz regia de
sargento a quien rodeaba. Pero si en el momento preciso, y cuando era
necesario, él cedía para sembrar bondad a quienes estaban a su alrededor; sin
falsas dobleces y con una generosidad que sin exhibirla, se sabe.
D.E.P Pedro Legasa Larrea