Oí hablar sobre algo que los lingüistas denominan
campos semánticos y, como no soy experto en la materia, no sabría explicar bien
de qué se trata. Pero hubo un día que lo intuí o lo imaginé. Y pensaba en esos
campos que pertenecen al lenguaje y a la palabra, aunque más bien le
preceden. Le preceden en la mente antes
de que ésta la escupa en forma de
vocablo. Y residen en ella de una forma abstracta, algo desordenada y puede que en imágenes (borrosas, difuminadas o concretas).
Después llega la hora de la siega. Hay veces que lo haces a mano y otras mecánicamente,
pero al segar destruyes los campos y escupes la palabra. La escupes, la ordenas
y la empaquetas para exhibirla y que alguien se quede con ella; y puede que sí
construyas palabras, palabras y más palabras, formes alguna frase y más… Y las
exhibes… y al exhibirlas y empaquetarlas
puede que incluso te prostituyas con ellas o sean objeto de mercadeo que, en definitiva,
es como prostituirse.
… ¡Qué lejos quedan esos campos cuando llegan las reglas
para construir la palabra!
-¿Por qué has dibujado campo, trigo, arboleda y un árbol
lejano?
Primero existió el "campo" y por eso dibujé un
campo; dibujé un campo y pensé en trigo porque como no entiendo de
"campos" la imagen del trigo
surgió sin querer, sin premeditarlo. Y dibujé un campo de trigo porque el trigo
está muy presente tanto en la sopa como en el pan; y era campo de trigo por la tierra,
por la semilla y por la siega. Y creo que también por la parábola, pero no
indagué mucho en ella.
Y allí, a las espigas
las azotaba el viento, y aunque crecían, cada una podía bailar al son del
movimiento de las nubes. Había tierra (no me preguntes por la fertilidad; no
quise llegar tan adentro). Pero soplaba el viento, llámale brisa si quieres, y
había espacio para tumbarme en ese campo y mirar al cielo, que me diera el sol
en la cara, que me acariciara el aire y que no me importara que cualquier
maleza entrara en mi cuerpo. Y donde me tumbara aplastaría algún fruto y encontraría alguna mala hierba y
también alguna flor silvestre. Y todo eso no me importaría porque el sol
calentaba mi cara y me acariciaba un rumor suave que, amable, llegaba a mí
convertido en brisa.
Y allí, en algún momento, en tiempo dormido sin ser siesta,
me incorporaría sin sacudirme los restos de trigo que se colaran por el cuello
de mi camisa, y andaría por esos árboles de la arboleda y correría
buscando aquél, el más lejano, el que
estaba más perdido…
.../...
Aquel campo semántico, sin verbos.
ResponderEliminarNi acción, ni movimiento, nada de nada, monada.
...
Flores, sì.
Hierba, mucha.
Rocío, a ratos.
Sol, por la mañana.
Lunas, luneras, cascabeleres.
...
Ni acción, ni omisión, ni estado, ni movimiento.
Ningún verbo a la vista.
...
En realidad, los verbos en el olvido.
Sólo los nombres y los pronombres.
Ella, él.
Quien más ?
La Luna lunera, cascabelera.